martes, 4 de noviembre de 2008

NORTE DEL MULHACEN (3.482 MTS)

13 Diciembre 2.007 “Norte del Mulhacen, corredor central”

En años anteriores habíamos planeado esta actividad con la aproximación por la vereda de la Estrella, lo cual es bastante más largo, hay que llevar más material, y hacer un vivac por ahí, y con malas condiciones de nieve, hasta ahora nunca la habíamos terminado, así que siempre se sumó a los muchos “casi” que tenemos en nuestro currículum alpinístico, es decir, casi hacemos esto, casi hacemos lo otro …

Esta vez, lo planeamos entrando por Capileira, son más horas de coche, y si encima te pierdes, y desperdicias una hora dando vueltas por las carreteras de la alpujarra, terminas, pues como terminamos nosotros, mareados y cansados antes de empezar la actividad, pero hay que reconocer que merece la pena irse hasta allí, porque te ahorras un pateo del copón.

Salimos de casa a las 2:30 de la madrugada, y como nos perdimos (no llevábamos GPS) llegamos a Capileira, cogimos el camino forestal, y llegamos a la cadena a las 5:00 de la madrugada.

Ilusionados, cogimos las mochilas, y nos pusimos a andar con la única luz que daba nuestro pobre frontal, sin apenas pilas, y la tenue luz de las estrellas.
Poco a poco comenzó a haber claridad, y al amanecer ya vimos la silueta del Mulhacen recortando el cielo azul, sobre un mar de nubes, todo un recreo para la vista.
A las 7:30 de la mañana se levantó el típico viento del amanecer, o por lo menos eso creíamos nosotros, aunque lo cierto es que no se quitó en todo el día… maldito viento del amanecer. Nos quedaba ya poco para llegar al refugio vivac de la caldera 3.080 mts, paramos un poco, ya que ninguno de los dos nos encontrábamos bien, entre el mareo del coche, y el ritmo tan rápido que llevábamos, teníamos más ganas de potar, que de escalar. Haciendo un último esfuerzo, y con ganas de quitarnos del medio ese incomodo y frío viento, nos plantamos a las 8:30 en el refugio, allí tomamos algo, y entramos un poco en calor, decidimos descansar media hora, a ver si el cuerpo se recuperaba, y nos echamos un rato sobre las literas del refugio, ya que no estábamos en condiciones de meternos en ningún berenjenal tal y como teníamos el cuerpo.
Lógicamente, los dos nos quedamos dormidos, y lo que iba a ser media hora, se convirtieron en 2 horas de siesta, esa fue la clave, ya que si no hubiésemos descansado, esta actividad hubiera terminado ahí, y hubiese pasado a sumar otro de nuestros “casi”, sin embargo, nos recuperamos muy bien, y decidimos acercarnos al Collado del Ciervo, para ver como estaba la norte. Como cabía de esperar, estaba espectacular, y sinceramente, es difícil resistirse a esta maravilla.
Echamos en los bolsillos un par de barritas cada uno, una bolsita de gel energético, y medio litro de acuarius, y nos pusimos en marcha hacia el corredor central. Llegamos a la base a las 12:00, con una calidad de nieve y hielo como hace mucho tiempo que no veía, o mejor dicho, “pisaba”.
Comenzamos a subir el corredor, y de momento, llegamos a una cascada de hielo, a la que no nos pudimos resistir.
Continuamos por un terreno mixto, y volvimos a enlazar de nuevo con el corredor, el cual se hacía un poco más vertical que al principio.
Llegamos a una pequeña travesía lateral hacia la derecha, la cual parecía no tener salida. Dudamos un poco, si retroceder nuestros pasos, y subir hacia la izquierda por un mixto que habíamos dejado atrás, aparentemente fácil, o continuar por dónde íbamos.
Decidimos seguir por la vía que llevábamos, a pesar del “patio” tan aéreo, ya que era la directa a la cumbre, y si retrocedíamos, nos desviábamos hacia la izquierda, y no salía a la cima.

Casi sin darnos cuenta, acabábamos de pasar por los pasos más comprometidos de la vía, recuerdo que cuando miramos para abajo, Alex me dijo: “joder tío, si llego a saber que es tan chungo, me doy la vuelta”, pero de cualquier modo, y sin darnos cuenta, estábamos a 50 metros de la cima, esos últimos metros los hicimos rápido, y salimos a la cima a las 2 de la tarde. No me lo podía creer, estaba en la cima del Mulhacen, y había subido por la Norte, en el más puro estilo alpíno que hasta ahora había hecho en ninguna actividad.
Nos hicimos las típicas fotos de cumbre, y bajamos rápidamente, para quitarnos del medio del “viento del amanecer”, que seguía molestando. Llegamos de nuevo al Collado del Ciervo, y allí comimos, creo que nos lo habíamos ganado ¿No? Terminamos de comer, nos cargamos las mochilas, y sin darnos un respiro, cogimos de nuevo el camino en dirección hacia el coche. El regreso nos deleitó con estas espectaculares vistas del atardecer con el típico mar de nubes que al igual que el viento del amanecer, no se quitó en todo el día.
Ya de noche llegamos al coche, totalmente extenuados por el esfuerzo, pero contentos por la actividad que, esta vez sí, pasó a ser parte de nuestro currículum.
Gracias Alex por estar ahí, y compartir esos momentos con migo.

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