martes, 31 de marzo de 2009

RESCATE EN EL VELETA

Este pasado fin de semana, cinco miembros del Servicio de Rescate en Montaña de la Guardia Civil (SEREIM) de Granada, trabajaron durante 18 horas seguidas en unas condiciones infernales: De noche, a más de 3000 metros de altura, a 10 grados bajo cero, y sintiendo en todo momento la caricia de la cortante ventisca.

La agónica peripecia del equipo comenzó alrededor de las cuatro de la tarde del sábado y culminó a las diez de la mañana del domingo. Una proeza inhumana con un desenlace muy humano: cuatro vidas salvadas.

La narración del que ya es el rescate en alta montaña más largo y duro registrado en Andalucía es vertiginosa y agotadora. Como si se tratase de los capítulos de una telenovela, en cada recodo del relato aguarda un obstáculo mayor y más amenazante.

El primer objetivo, y ellos pensaban que único, de los agentes del Sereim era un alpinista levantino -de un grupo de cuatro- que se había despeñado en el Veleta.


 Fue una caída escalofriante. Tras deslizarse a gran velocidad por una pendiente de nieve y hielo, el cuerpo del deportista, rebotando en la roca como si fuera un muñeco de trapo, se precipitó por una pared de unos 70 metros de desnivel. «Tenía una herida en la cabeza que le iba desde la frente hasta la coronilla. Le han tenido que dar más de cien puntos de sutura. El casco se le partió por la mitad, como si fuera un melón. Pero, milagrosamente, no sufrió una fractura de cráneo. Perdió la consciencia en varios momentos y también presentaba signos de hipotermia», comenta Rubén, Sargento del cuerpo que les rescató..



Un interminable reguero de sangre informaba de la espeluznante longitud de la caída.

Ahora quedaba lo más complicado: desandar la raya roja que hería la blancura del Veleta y escalar por muros verticales con una camilla a cuestas.

Llegados a este punto los rescatadores se convierten en ingenieros que tejen puentes y ascensores de cuerdas. A todo esto, el ocaso y el abrazo helador de la oscuridad se echaban encima. «Serían las nueve y media de la noche del sábado cuando alcanzaron las posiciones del Veleta, donde les aguardaba una máquina de Cetursa (la empresa que gestiona la estación invernal de Sierra Nevada). 

No había condiciones para que operase el helicóptero,mucho viento y niebla. Estaban convencidos de que todo había acabado, que podrían descansar... Se equivocaron.

Los tres compañeros del montañero lesionado también estaban en apuros. La puesta del sol les había sorprendido cuando intentaban atravesar una pared, pero se quedaron en tierra de nadie por culpa de la ventisca, el frío brutal y la ausencia de luz natural. Su único asidero, los pioléts, estaban agarrados a ellos con toda la fuerza que les quedaba, explica Rubén.

A ciegas y desgastados por la fatiga, los guardias inician la nueva búsqueda. Hacen sonar silbatos para llamar la atención de los alpinistas atrapados y hacerse una idea de dónde pueden estar. No se ve nada y la temperatura se ha desplomado hasta los diez grados bajo cero.

La patrulla del Sereim caracolea por las laderas del Veleta. Viene y va. Ese trasiego agudiza el cansancio de los especialistas de la Guardia Civil. Están desfondados, rotos... Un diminuto destello luminoso les devuelve el ánimo. Son ellos. Los montañeros están literalmente colgados de la roca, pero su 'distribución' es pésima para llevar a cabo un auxilio rápido. Están desperdigados por la pared. Es imposible trazar una única ruta de rescate. Habrá que habilitar tres. El triple de trabajo. Llevan doce horas en pie y aún queda tarea. Deben exprimirse todavía más. Sin quererlo ni buscarlo, van a batir un récord de dedicación.

Poleas, cuerdas, sudor, jadeos... El amanecer va a sorprender a los guardias luchando contra la montaña y contra sí mismos. A estas alturas, ya han sacado del atolladero a dos de los alpinistas. Queda otro. «¡Se ha hecho de día. Crees que puedes esperarte hasta que llegue el helicóptero!», grita Rubén, que también está al borde del desfallecimiento. Casi es imposible distinguir a las víctimas de los salvadores. «¡Nooooooo, que me muero, por favor!», responde el deportista. Hay que seguir. A las diez de la mañana del domingo, el rescate se ha completado. Han pasado 18 horas. Los guardias Pedro, Alberto y Antonio José, el cabo primero Antonio, el sargento Juan José y el alférez Rubén pueden tomarse un respiro. Por fin.

En fin.... Me quedo sin palabras ante la gran labor que desempeña este cuerpo de élite, y tengo que agradecer en nombre de todos los amantes de la montaña la inestimable dedicación que demuestran, que va más allá de un simple trabajo... es una vocación, una forma de vida, no sé, pero me quito el sombrero ante acciones como esta.

!!!! GRACIAS !!!! 

2 comentarios:

Javier dijo...

Me quedo sin palabras, impresionante, enhorabuena a la Guardia Civil de montaña y ánimos a los montañeros rescatados.

Diego dijo...

La G.C de montaña son unos profesionales bsatante buenos, de lo mejorcito que hay en Europa.

Salu2