martes, 30 de diciembre de 2008

NAVIDAD EN LA MONTAÑA

Siempre me he preguntado por que me gusta tanto la montaña... por que me da tantas satisfacciones, y no le he encontrado respuesta. Quizá sea por la paz que hay en una cima, rodeado sólo de más montañas, o simplemente por el placer de estar ahí, donde sólo unos pocos de privilegiados han estado, o por el reto de superarme a mi mismo, o por ...... yo que sé.
Pues bien, toda esa pasión que tengo por la montaña, intento trasmitirla a todas las personas con las que me relaciono, y hay una personita que lo esta viviendo muy de cerca, se trata de Cristina, mi hija, una niña de 8 años que cada vez que sale a la montaña le va "apasionando" cada vez más.

Hasta ahora, todas nuestras salidas a la montaña se resumían en senderismo, senderismo y más senderismo, pero por fin tocaba hacer algo más "fuerte", pensé en "el Trevenque", 2.079 mts en el macizo de Sierra Nevada, un monte situado en un sitio privilegiado, ya que desde su cima se tienen unas vistas impresionantes de toda Sierra Nevada. Precisamente en el Trevenque es donde empezó mi pasión por la montaña, y creo que es buen sitio para que Cristina empieze a "apasionarse".
El plan era subir el día de Navidad a la cima, y allí poner un portal de Belén, ya que hay una leyenda que quien pone un portal de Belén en la cima del Trevenque el día de Navidad tiene un año de buena suerte, y se ha convertido en tradición en los clubs de montaña de la zona. Creo que era buena motivación para una niña, ¿no?...

Le pedí a mi buen amigo Idel que me acompañara en este día tan especial, y como no podía ser de otra forma, él por supuesto aceptó.

Supongo que a Cristina cuando vió la silueta del Trevenque recortando un limpio cielo azul, le debió de causar la misma impresión que cuando yo ví el año pasado por primera vez el Cervino, en los Alpes, me imagino lo que tiene que ser para una niña el ver esa silueta tan grande, y el saber que lo iba a subir, estaba "hecha un flan".

Avanzamos por el camino, y sin darnos cuenta, poco a poco nos metimos de lleno en la ascensión, los nervios iban en aumento, y no hablo de la niña, sino de los míos, estaba deseoso de llegar a la cima, y de poder celebrar en su cumbre, el primer "dosmil" junto con mi niña.

Nos cruzamos con una familia que bajaba de la cima, el matrimonio y 4 hijos, con los cuales hablamos un rato, y precisamente bajaban de poner ellos un portal de Belén, así que no somos los únicos "flipaos" que habían pensado en eso.

Seguimos subiendo, y llegamos a la arista cimera, la que da acceso directamente a la cima, y desde la cual se ve esta imponente postal de Sierra Nevada.

Un poco más de esfuerzo, y nos plantamos de lleno en la cima..., 2.079 metros de ilusión, de alegría, y de proyectos de futuro, ya que si Dios quiere, habrá muchos más días de ilusión y de alegría junto con mi niña en la montaña, y sólo Dios sabe las montañas que nos permitirá subir juntos.

!! PERO BUENO !! ¿A qué hemos venido hasta aquí? ¿No teníamos que poner un portal de Belén?, pues nada... Manos a la obra, y nunca mejor dicho, OBRA, ya que habíamos traído cemento para pegar las figuritas y que durasen por mucho tiempo. Somos 3, y son 6 figuras... las cuentas están claras, 2 figuras cada uno, empieza Cristina, y eligió el buey y el ángel.
Yo elegí la virgen y el niño, y a Idel le dejamos la mula y San José, y cuando ya lo pegamos todo, quedo algo así.

No está mal ¿no?. Hechamos un vistazo por la cima, y descubrimos varios portales de Belén, que estaban recien puestos, de entre todos, me gustó especialmente uno de cerámica de Perú, el típico souvenir que se compra cuando vas de viaje, y que estaba simplemente apoyado en una piedra... Tenía los días contados, el que lo haya puesto, no sabe los tremendos vientos que corren aquí arriba en invierno, vientos de hasta 100 kms/hora, que hubiese llevado a este precioso portalito al fondo del barranco, 500 metros más abajo, así que como nos sobró cemento, decidimos pegarlo, para que perdurase el mayor tiempo posible, y que la gente que suba a la cima desfrute de él.

Comimos unos sandwich, para reponer fuerzas, cogimos las mochilas, y cuando ya nos íbamos, Cristina descubrió otro portalito que le hizo mucha ilusión, fue su particular descubrimiento.

Ahora sí, empezamos a bajar por la cara este, la cual es mucho más facil y suave que la oeste por la cual subimos, pero eso sí, el camino de vuelta al coche es mucho más largo, ya que tiene que bordear todo el Trevenque, pasando de la cara Este a la Oeste, por el camino de la Cortijuela, que tiene unos 6 kilómetros de largo. En el descenso tuvimos que atravesar un nevero, que aunque no era gran cosa, para Cristina supongo que sería algo así como para mi cuando yo crucé un glaciar en los Alpes al subir al Cervino.

Llegamos al camino de vuelta, el cual tenía mucha nieve, y en algunos tramos bastante hielo, ya que esta a los pies de la cara norte del Trevenque, y entre bosques de pinos, así que con cuidado, para casita a descansar, que nos lo habíamos ganado, pero no se habían acabado las emociones fuertes, ya que en el camino de vuelta, se nos echó la noche, la cual nos regaló un fantástico anochecer.

NO HAY MEJOR SATISFACCION QUE DISFRUTAR DE LAS COSAS QUE TE GUSTAN CON LAS PERSONAS QUE MAS QUIERES. GRACIAS CRISTINA, GRACIAS IDEL.

PAZ A TODOS, FELIZ NAVIDAD Y QUE SEAIS MUY MUY FELICES EN EL PROXIMO AÑO, DE TODO CORAZON.

1 comentario:

Una senderista. dijo...

Precioso post, muy bonita vuestra acción y muy buenas las fotos, saludos y feliz año